6 EL DESENCANTO. De JAIME

CHÁVARRI
Es en 1976 cuando el director Jaime Chávarri y su película documental sobre la familia Panero, desata tormentas y se convierte en película de culto, puesto que presenta una realidad de conflictos escondidos no resueltos que demuestra el fracaso del modelo de "Familia Franquista".



Con una España que daba los primeros pasos dubitativos tras la muerte de Franco, se comenzaban a derrumbar los cimientos de la falsa imagen condescendiente de las figuras autoritarias; el dictador generalísimo, y el Padre de Familia Leopoldo Panero. Como ellos mismos definen, es el "fin de una raza".



La película se construye en torno a los testimonios de la esposa, Felicidad Blanch, y de los tres hijos, Juan Luis, Leopoldo María y Michi; y va desgranando una suerte de decepciones, desesperanza, desconexión emocional, que crea cuatro universos en enfrentamiento, por la falta total de comunicación emanada del padre, que planea proyectando su sombra durante todo el metraje.

Felicidad Blanch, de la clase alta madrileña, casada con un intelectual más mayor que ella, ninguneada desde un principio dentro del matrimonio, incapacitada por su marido para tomar las riendas de una vida que todavía se aseguraba larga tras su fallecimiento; presenta una imagen falseada de felicidad y aceptación, ajena a los problemas. Con voz distante deja, eso sí, liberada su inquina contra Luis Rosales, amigo de su marido y al que sí profesaba el cariño y la cercanía que a ella le era negado.

Con una pírrica victoria al final que "la muerte hizo que no acabara". Juan Luis, hermano mayor, puesto a prueba continua por su padre, que a su muerte trata de sustituirle como tal y deviene en fracaso... Padre, poeta, suicida; fracasado por entrar en competencia continua con su hermano Leopoldo María. Entre lo ridículo y lo docto, tratando de demostrar hechuras de intelectual torturado; supura rencor.

Leopoldo María, detenido por izquierdista, hospitalizado bordeando la muerte autoinflingida, bisexual por opción propia, extraño en su discurso y en su arte, loco (según dice, según dicen).
Michi, el menor; el que menos vivió la historia de su padre, persiguiendo a sus hermanos en el día después de la muerte repitiendo "éramos tan felices". Con una perspectiva más alejada de los conflictos que le han tocado vivir pero de los que no es artífice ni participante, todavía aquí es el único, y débil, nexo de unión entre todos.
En la película toda la historia va conformándose en torno a lo que "no se dice", a lo que se esconde tras los gestos. No muestra grandes tragedias reales, y los conflictos no son más graves que los de la gran mayoría de las familias; pero es una muestra pública de lo que normalmente se oculta tras las puertas de tantos "hogares". Adquiere toques de novela rusa por la sobre-actuación de sus personajes; pero no dejar de ser fuertemente impactante por la verosimilitud de los sentimientos.





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