7 LA CAZA. De CARLOS SAURA
La caza es una película total. Cuatro personajes (Paco, Luis, José y Enrique, éste, yerno del primero) bajo un sol abrasador entregados a la caza del conejo —título preliminar de la película que la censura recortó a su título definitivo— que acabará deviniendo en "la caza del hombre", la mejor caza, en palabras de Luis (José María Prada), el cazador hedonista, entregado a la bebida y a la literatura de ciencia-ficción como medio de supervivencia. La reunión de estos tres amigos de juventud (el cuarto, sin estar presente físicamente —suicidio de por medio—, lo está a un nivel psicológico, como una verdadera carga sobre unos personajes que no son ni meros reflejos de lo que fueron en el pasado), a los que se les une el joven Enrique (Emilio Gutiérrez Caba), por momentos, el testimonio del espectador dentro del film, mientas va retratando con su cámara fragmentos de la evolución del catártico día de caza, en realidad, una mera excusa de José (Ismael Merlo), el cazador mentiroso, canalla y más perturbado del grupo, para pedir un préstamo a Paco (Alfredo Mayo), el cazador soberbio, autoritario y despiadado, que tanto desprecia al tullido campesino que cuida las tierras de José, como a su propio amigo cuando se rebaja a pedirle dinero.
Con unos reflejos claros a la guerra civil —el propio campo de caza, había sido antes campo de batalla—, la película triunfa no sólo en lo metafórico, también en lo realista. La evolución de los personajes hacia su particular sangrienta redención, está trazado en un crescendo fantástico. Entomológico en su descripción de preparación de la cacería, acaba deviniendo en un magnífico retrato de la miseria humana, usando la doble vía narrativa (la realista y la alegórica) para trazar la violenta relación entre los personajes, primero de una manera introspectiva, para posteriormente convertirse en un espectáculo de carne, sangre y fuego. Desde ya el principio se descubre una reticencia mutua entre los tres amigos, que acabará descubriéndose como un desprecio absoluto, en sus caras, ellos se ven a sí mismos, y el contraste entre el pasado y el presente es demasiado descarnado como para que pueda existir ningún tipo de futuro. La caza, así, es un catálogo de las diversas formas que adopta la miseria humana: envidia, rencor, celos, desprecio, soberbia, crueldad, gula, lascivia... pocos pecados se les escapan a los protagonistas. El film de Saura es demoledor en su retrato del ser humano, por encima de cualquier tipo de localismo, condición social y/o etapa histórica. Cuando uno ve La caza está asistiendo a una crónica de la destrucción humana, no está así lejos de Bergman o el propio Buñuel, un pesimismo existencial que hoy se puede ver reflejado en el cine de autores como Lars Von Trier o Michael Haneke.


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