EL PISITO. De MARCO FERRERI!La película que da una solución original al problema de la vivienda cuando todavía no había nacido la Carme CHACÓN esa!
El 2008 se cumplen las bodas de oro de “El pisito”, el primer medio siglo de la película que le escribió Rafael Azcona a Marco Ferreri.
La negrura tremebunda de la España del sabañón y del café con hambre que Azcona y Ferreri plasman en El pisito parece a la luz del ahora un retrato costumbrista, pintoresco, un abigarrado novelón de la vida de nuestros abuelos que no tiene vigencia en estos nuevos tiempos, pero la actualidad nos desmiente como quiere y los rotativos de las agencias de información vomitan titulares que podrían atribuirse, sin esfuerzo alguno, a la España de aquella posguerra.
El pisito narra una historia real de un hombre que consintió casarse con la vieja que le realquilaba el cuarto para poder heredar el piso y así cumplir el sueño dorado ( institucional ) de casarse con su novia de toda la vida. Al modo de 13, Rue del Percebe, cómic ejemplar en todos los aspectos, Ferreri abre su cámara a muchos personajes: no se deja llevar por las pericias dramáticas de Rodolfo, el novio-esposo-viudo que interpreta formidablemente José Luís López Vazquez. Lo que hace Ferreri es darnos una información adicional enorme en cada plano: no ocurre una única cosa sino que son varias y todas tienen lecturas que afectan a la principal, por decirlo de alguna forma. Ferreri huye de los planos cortos y obra prodigios cuando planta la cámara en el centro de la acción narrativa y deja que los personajes vayan atropellándose, ocupando el espacio, para mostrarnos el universo de la clase media bienpensante y detentadora del poder de entonces . Hacen hilaridad de la muerte, del matrimonio. Evidencian con genio que vivir en España entre el año 40 y el 70 era una heroicidad. La pobreza anula la ética. La necesidad de una vivienda, nunca antes tan manifiesta en el cine, propicia que la moralidad se alíe con el interés. De resultas de este maridaje nace el ingenio, la trampa, la estampa graciosa de la fealdad, recordándonos que no hace tanto, los que hoy se quejan del amontonamiento en que viven algunos emigrantes en pisitos minúsculos, debieron aprenderlo de nuestras miserias.
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