9 EN CONSTRUCCIÓN. De JOSÉ LUÍS GUERÍN
En construcción es la historia de una transformación, la que sufre un bario popular de una ciudad europea cualquiera vista a través de las obras ejecutadas en el antiguo Barrio Chino, hoy Raval. Un espacio degradado, con altos índices de marginalidad, prostitución y presencia de inmigrantes y ancianos sin recursos que, pese a las deficientes condiciones de vida, es también hogar o lugar de trabajo. Admirador de Robert Flaherty, padre del documental, José Luis Guerín, que dirigiera Los motivos de Berta (1983), Innisfree (1990) y Tren de sombras (1997), aceptó el encargo de realizar un filme en el que el escenario fuera la propia ciudad. Inscrito en el Máster de Creación de la Universidad Pompeu Fabra, en la que se encuadran otros trabajos documentales (Monos como Becky de Joaquim Jordá, entre ellos), filma el trasiego de una serie de personas -que no personajes- a lo largo de los dos años que duraron las obras de rehabilitación del conocido barrio barcelonés.
En el resultado sorprende la inclusión preponderante de imágenes de destrucción y derribo frente a las de construcción propiamente. Pone de manifiesto la fragilidad actual de la arquitectura, la forma artística considerada de la permanencia, al enseñar cómo edificaciones recientes son demolidas con el propósito de erigir otras nuevas en su lugar. Muros de apenas cincuenta años son pronto reducidos a polvorientas escombreras mientras, paradójicamente, San Pau, la edificación más antigua de Barcelona y que ha formado parte del barrio durante siglos, seguirá asistiendo a sucesivas demoliciones y construcciones. Sin reservarse protagonismo alguno, su presencia pesa en los comentarios del aparejador y los albañiles, que se admiran de la eficacia de su sistema constructivo y la habilidad de sus predecesores para erigir semejante obra. Las pirámides egipcias, evocadas tras la emisión televisiva de Tierra de faraones, la superproducción de Howard Hawks que narra la empresa del levantamiento colectivo de una pirámide en el Egipto dinástico, también son también objeto de alabanza. Poco tardamos en deducir de sus comentarios que sólo la arquitectura de poder perdura en el tiempo mientras que, por el contrario, no hay respeto por la arquitectura más habitable, la que pertenece a aquellos que deambulan por la pantalla víctimas de las disposiciones políticas de embellecimiento urbano.
El nuevo orden implica una selección de lo que debe desaparecer y de lo que es merecedor de indulto. Pintadas anónimas en las tapias anuncian -y denuncian- la inminencia del cambio. La reconstrucción del Raval trae consigo no sólo la metamorfosis del paisaje urbano sino también del paisaje humano. Las, sin lugar a duda, indispensables tareas de rehabilitación no benefician a sus habitantes originales ya que las reformas más bien los desplazan por nuevos inquilinos de poder adquisitivo mayor, deseosos de ocupar sus recién acondicionados hogares y que se incomodan ante los extraños que tienen por vecinos. El cine, con su facultad de permitirnos vivir las experiencias a través de ojos nuevos, evita la obscenidad de mirar a estos seres como si fueran monstruos. De las más de ciento veinte horas de rodaje se montaron dos y cuarto eliminando aquellas escenas, por representativas que fueran, en las que la fuerza expresiva de la anécdota ocultase la individualidad de los representados.
Las primeras imágenes de En construcción se tomaron prestadas de un documental anterior, en blanco y negro, que presenta el barrio Chino de principios de siglo pasado. Un marinero ebrio que presumiblemente sale de una casa de mala reputación da paso a otras gentes heterogéneas de época actual. Un dandy deliciosamente chiflado presume de gran señor ante la cámara cuando, en realidad, malvive en la calle rodeado de miseria; un poeta marroquí metido a albañil intenta convencer a su jefe -un incrédulo gallego en edad de jubilarse- de que es un trabajador oprimido o una pareja desahuciada en la que ella mantiene a su novio haciendo la calle, son algunos de sus protagonistas. Quizá el mayor acierto del documental sea la oportunidad para seducirnos mostrándonos cosas que podríamos observar en tu nuestra propia calle. El reducido equipo de rodaje estuvo atento a captar trozos de vida poniendo de relieve cómo lo asombroso reside en lo cotidiano. Conversaciones inverosímiles pero absolutamente espontáneas salen de labios de «paletas» y demás vecinos. La escena del descubrimiento de la necrópolis romana durante una excavación cataliza las diversidad de sensibilidades que conviven en el barrio. Al ver los esqueletos, una señora se indigna porque construyen sobre un cementerio. A su lado, una inmigrante sentencia: «Todos cabemos en un mismo agujero, ricos y pobres» mientras un anciano asocia los muertos con la Guerra Civil, sin dejarse convencer de que son romanos y no difuntos en la contienda española los aparecidos, por mucho que la televisión haya dicho lo contrario. Señala José Luis Guerín que, cuando los obreros hallaron los restos, todos los presentes se dieron de bruces con la Historia: «Encuentras una calavera y no es lo mismo que ver un cadáver reciente. Te ves a tí mismo, a la condición humana». Pues esto es En construcción, una fábula sobre el paso del tiempo y un filantrópico homenaje a la competencia del hombre, aún del más humilde, para adaptarse y de sobrellevar la adversidad.
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